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Reunión de poesía
Juan Gustavo Cobo Borda

Con el nombre de Acuarimántima, en diciembre de 1973, aparecía en Medellín  una pequeña revista de poesía cuya redacción integraban Elkin Restrepo, José Manuel Arango y Jesús Gaviria.
    Duró 33 números, hasta febrero de 1982, y ahora cuan Luis Mejía, rector de la Eafit, ha tenido la buena idea de reeditarla completa, en sólido volumen de 574 páginas,  que en el 2012 nos permite volver a vivir aquellos tiempos, cuando poco a poco la carátula se  enriqueció con obras de arte, por lo general grabados de Javier Restrepo, Oscar Jaramillo. Dora Ramírez, Félix Ángel, Martha Helena Vélez y Santiago Londoño, en una reafirmación de su sello hecho en Medellín. Pero también  un buen número de traducciones, varias de ellas del inglés, debidas a José Manuel Arango, muestran la apertura hacia otras voces de la revista.
     Un número especial dedicado en su totalidad a Fernando González y a los apuntes de sus libretas, corrobora lo dicho. Lo mismo que poemas de León de Greiff.
     Pero ahora que Tusquet Editores de Barcelona (España), ha publicado mi Poesía Reunida (1972-2012) he pensado en los insospechados caminos que sigue la poesía para afirmarse y subsistir.
    Al aparecer en tres ocasiones poemas míos en Acuarimántima, dialogaba con maestros y amigos determinantes en consolidar  una vocación. En decirme que valía la pena intentar ese imposible: escribir un poema que subsista. Que devore el tiempo, lo incorpore a sus líneas y lo asuma como celebración o rechazo.
    “Exiliados en una ciudad que es la nuestra/ Solo la luz, a las cuatro de la tarde, no parece ajena”.
     Ya se establecía ese contrapunto entre la errancia del poeta por las calles de Bogotá y la lectura  de esos prismas que nos permitan mirar el mundo y dialogar con lo rotundo de su carácter evasivo, fantasmal. Ya se insinuaban intercesores: Enrique Molina en la Argentina; José Lezama Lima en Cuba.
     Sus cartas están ahora en la biblioteca de la Universidad de Princeton, al abrir un horizonte de derrotas inevitables y complicidades asumidas. De cómo la palabra no alcanza a decir el mundo, pero lo intenta una y otra vez.
     Salvo que “quien está  en la obligación de escribir/ es aquel que ha conocido/ la acumulación de papeles en su escritorio. /aquel que es incapaz de profundizar/ en su propio cansancio”.
En 1978, cuatro años después de publicar mi primer libro Consejos para sobrevivir (1974), ya experimentaba la fatiga de decir lo que ya se había dicho antes, muchas veces. Y en tantas ocasiones de modo insuperable.
     Pero esa tensión entre deseo y realidad deja su huella indeleble en todo cuanto intentamos. Trátese  de la historia misma del país, con sus recurrentes ciclos de posibilidad y fracaso, de sueño que se torna pesadilla, como de la historia personal, donde solo el olvido exorciza y cura rostros aureolados de fuego, que nos macaron con su huella en carne viva. Trescientas quince páginas registran viajes y encuentros, lecturas y pasiones. Hablan de Mozart y Tiziano, de José Asunción Silva y Simón Bolívar. Pero en realidad aluden a la misma poesía. Ese arte en apariencia anacrónico que se renueva y disfraza para decir lo mismo.
      Por ello debemos añadir a esta “reunión” de poesía lo que desde Bucaramanga la Universidad Industrial de Santander contribuye con su Silencio en el jardín de la Poesía (2012), donde Luis Álvaro Mejía reúne  a 60 poetas que han leído sus poemas  en el Patio Español del Hotel Bucarica, lugar que hoy cuida y preserva la UIS, como patrimonio arquitectónico. Y los 20 homenajes que el Festival Internacional de Poesía de Bogotá ha rendido a 20 creadores nacionales entre 1992 y 2012, que se inició con María Mercedes Carranza y que prosigue sin desfallecer, animado por Rafael del Castillo y que el Instituto Caro y Cuervo reúne en pulquérrima edición Homenajes del 2012. Parece necesario reconocer que ese arte extraño no desfallece y que, por todo rincón propicio, se cuela la poesía. Así, para terminar el año, vale la pena saludar los 40 años en que, con tenacidad imbatible, Milcíades Arévalo ha publicado su revista Puesto de Combate. Hay otras guerras, mucho más perdurables, que debemos secundar leyéndolas y compartiéndolas. La milenaria guerra de la poesía, donde el hombre se mira y adquiere su mejor definición: la del diálogo.


(Tomado de Ámbito Jurídico Legis No. 360 de Diciembre 10 de 2012).

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